5 de marzo de 2012

LA DAÑINA FRUSTRACIÓN DEL BARCELONA

Nada nuevo en el frente de batalla. La calma más absoluta impera en la capital de España, dónde los aliados blaugranas apenas inquietaron al líder más sólido e inquebrantable que se recuerda en la competición doméstica. En Can Barsa, mientras tanto, la calma fue algo más tensa, propiciada por un desquiciamiento compulsivo hacia el árbitro, síntoma inequívoco de que los de Pep van algo más justos que de costumbre…, o de que los 10 puntos perpetuos que los separan de su archienemigo son una losa tremendamente difícil de soportar. Lo mismo me da que me da lo mismo, unos por exceso y otros por defecto las sensaciones que se transmiten jornada tras jornada son de un irremediable alirón blanco más cercano que lejano en el tiempo.
Y es que el único premio a la victoria barcelonista fue el de la prolongación de la agonía, el de sentirse vivo pero malherido, el de posponer una jornada más el adiós definitivo a la Liga; un botín muy escaso para un equipo acostumbrado a ganarlo todo y que, además, por el camino de esta desequilibrada batalla se están acentuando ciertas actitudes impropias de un equipo que siempre ha demostrado una elegancia y saber estar –en el campo y fuera de él- elogiables.
Pero este año parecen haberse intercambiado los papeles. Si el curso pasado era el Real Madrid, guiado por unas execrables directrices de José Mourinho, el que clamaba el grito en el cielo; este año han sido los culés, quiénes además presumían de no hablar jamás de las decisiones arbitrales, los que acusan de su peor rendimiento a una conspiración arbitral antibarcelonista. Increíble pero cierto. Si lo del Madrid del año pasado me parecía algo lamentable, la misma opinión tengo hacía las declaraciones de Gerard Piqué tras su expulsión (rigurosa, pero de ningún modo escandalosa), o el espectáculo circense que se montó en la banda de Pamplona, propio de una “banda” –válgame la redundancia-, nunca del mejor equipo del mundo.
El “Villarato” siempre me pareció un ejercicio ruin y estúpido de periodismo, impropio de un periódico serio, pero muy del palo del periodismo deportivo que inunda kioscos e infesta e infecta tertulias televisivas. Tan del gusto de un público aletargado y tristemente idiotizado por la dicotomía Madrid-Barcelona, tan penoso como popular. ‘As’, ‘Marca’, ‘MD’, ‘Sport’, ‘Deportes Cuatro’, ‘Punto Pelota’ o ‘Futboleros’ son sólo algunos de los abanderados de un modus operandi dañino para el fútbol español, pero tremendamente en boga.
Por todo ello considero que Pep Guardiola y los suyos deben huir de todo ese bochornoso espectáculo en que se ha convertido el fútbol comercial, y jamás entretenerse en dar pábulo a quiénes tratan de enmerdar este tinglado, sino en complacer a quiénes amamos el fútbol de verdad. De lo contrario, su frustración no sólo será dañina para los resultados que obtengan de aquí a final de Liga, sino también para su propia imagen, tan cuidada y elogiada hasta la fecha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario