29 de mayo de 2012

DISECCIONANDO A ESPAÑA: LA PORTERÍA

Ya está. Hay fumata blanca. Estos serán los representantes de España para la Euro. Uno a uno. Pros y contras. Comenzamos con la portería española, en la que repiten los tres cancerberos que acudieron a Sudáfrica.
IKER CASILLAS
Titular indiscutible para Del Bosque, a pesar de que se cuestionara tal estatus al inicio del pasado Mundial de Sudáfrica. El posterior desarrollo del mismo, con intervenciones salvadoras y actuaciones sobresalientes, le volvieron a encumbrar como auténtico líder de la Selección. Desde entonces, sus dos temporadas en el Real Madrid se ha desarrollado sin altibajos, a un nivel excepcional, acorde al rendimiento global y competitivo del equipo desde la llegada de José Mourinho.
Pros:
-          No sólo es el portero titular. También capitán, santo y seña del equipo. Su dimensión sobrepasa la portería, y su carácter y mentalidad de ganador se proyecta en sus compañeros. A falta de Puyol, su papel como líder espiritual es indispensable y de importancia capital en este equipo.
-          La figura de Casillas crece en momentos complicados. Se trata de un arquero de instantes y momentos, más allá de su regularidad habitual. Esa capacidad de crecer ante la flaqueza permitió, entre otras cosas, que España levantará los recientes títulos de Europa y del Mundo, con acciones puntuales como el penalti ante Paraguay o el mano a mano frente a Robben.
-          Además de su mentalidad, de la que fluyen todas sus virtudes, Casillas es un portero de enormes reflejos y agilidad, muy difícil de superar en distancias cortas y remates a bocajarro.

Contras:
-          Los balones aéreos siempre le han generado  grandes problemas. Igual que a ras de yerba sus cualidades crecen sustancialmente, cuando el balón vuela –fundamentalmente en centros laterales- Casillas duda. Ese instante de decisión en relación con el espacio y el tiempo le ha generado, a lo largo de su trayectoria, multitud de problemas. Si bien es cierto que en los últimos tiempos ha ganado en confianza y serenidad, y se muestra mucho más solvente en estas acciones.
-          El juego de pie quizá sea su mayor desventaja en relación con sus rivales para la potería española. Casillas, zurdo cerrado, no confía demasiado en su capacidad para mover el balón desde el suelo. Generalmente envía el balón en largo, y cuando trata de enlazar en corto con su defensa no siempre lo hace con la suficiencia necesaria. Además, esta suerte en la Selección toma una relevancia vital, pues muchas veces supone la génesis de las largas posesiones. Deberá mejorar y ganar confianza, pues este equipo necesita de un portero con habilidad para sacar el balón jugado.
VÍCTOR VALDÉS
Repite, tras el Mundial, en un gran campeonato con la Selección absoluta. Su caso es el de la madurez tardía, pasando de ser un portero dubitativo e inseguro en sus primeras temporadas, a un jugador indispensable para su club en la actualidad. Porque sí, igual que adscribimos el actual estilo futbolístico del Barcelona a Iniesta, Xavi o Messi, también lo deberíamos hacer con Valdés y su salida de balón, de la que se alimentan el resto de compañeros.
 Su temporada ha sido buena, sin  llegar al nivel de la campaña 2009/10, pero muy regular, sin cantadas ni estridencias, tampoco se le recuerdan actuaciones memorables. Inserto en una dinámica de notable, su solvencia y calidad como portero le garantizan un puesto en la selección. Seguramente estemos hablando de un Top 5 mundial. Lujazo para España.
Pros:
-          Su juego de balón con el pie es único. Probablemente el portero más seguro del mundo en ese aspecto. Además es consciente de dicha cualidad y la explota de una forma espectacular para los intereses de su equipo, con salidas cortas para los centrales, o más largas y con envíos tensos hacía los laterales. No teme el fallo, sabe que puede llegar, y nunca penaliza sus futuras decisiones.
-          Mentalmente ha ganado una madurez impensable en él hace unos años, como cuando recién salido del horno, Louis Van Gaal decidió que Valdés se siguiera fogueando en el filial y éste se negó. Además, sus gestos, imagen y expresión nunca ayudaron a un portero que incluso pensó en la pronta retirada. El actual portero del Barsa es mentalmente un jugador fortísimo, un animal competitivo que además es capaz de asumir su suplencia en la Selección.
-          Técnicamente es fabuloso. Recuerda en los blocajes y movimientos a Santi Cañizares, otro portero de grandes dotes técnicas. Lo hace todo con suma facilidad, lo cual transmite una seguridad tremenda.
Contras:
-          No es un portero explosivo. Su garantía son la colocación y su calidad, por eso en acciones más fortuitas y de rápida decisión se muestra menos solvente.
-          Carece del Santo que alumbra a Casillas en los momentos complicados. Su historial de acciones salvadores es más pobre que el de su rival en la portería española.
PEPE REINA
El tercero en discordia. Creo que no puede haber discusión; Reina navega uno o dos escalones por debajo de Casillas y Valdés. Sus temporadas en el Liverpool van en clara recesión, en conforme al nivel general de su equipo, hasta el punto de pensar en que futbolísticamente hay porteros superiores a Reina en España.
En cualquier caso, Del Bosque ha decidido llevarlo nuevamente a un gran Torneo, entre otras cosas porque el seleccionador sabe que el grupo y el buen ambiente son esenciales para conseguir grandes logros, y en esa faceta de animador y generador de buen rollo Reina va sobrado.
Pros:
-          Fundamentalmente la ya descrita. Gran compañero. Todos hablan maravillas de él en la convivencia, en el día a día, en los entrenamientos, y –como ya quedo demostrado- en las celebraciones.
-          La explosividad es la gran virtud del portero red. Su potente tren inferior le proporciona una capacidad enorme para el salto y los movimientos laterales. Igual que Casillas, es un portero de palos y de grandes acciones a bocajarro.
-          Su juego de pie es también de una calidad notable, aunque fundamentalmente en el desplazamiento largo. Sufre más en el momento de asociarse con su defensa.
Contras:
-          Carece de la mentalidad ganadora que vienen demostrando Valdés y Casillas en el último lustro. Esa falta de mentalidad y algún lapsus que otro  penalizan sobremanera a un buen portero que nos regala varios errores de bulto temporada tras temporada. Impensable en un Mundial o Eurocopa.
-          No tiene el nivel de Casillas y Valdés. No hay mayor contra que esa. Y esa, por otra parte, es la razón por la que se aventura como tercer portero de la Selección.
VALORACIÓN GENERAL DE LA PORTERÍA:
No todas las selecciones del mundo, más bien ninguna, pueden presumir de juntar en su equipo a dos de los cinco mejores porteros del mundo. Casillas y Valdés, por calidad, competitividad, rendimiento reciente y trayectoria lo son. Además son distintos, al gusto de lo que pida uno u otro entrenador.
Esa calidad de los guardametas españoles se debe sentir en los entrenamientos, y garantiza una competitividad brutal por el puesto. Además, Reina, el tercero en discordia garantiza un buen ambiente necesario en la difícil convivencia de la portería.
Sin duda se trata de una línea cubierta más que bien.

23 de mayo de 2012

NO MANCHEN LA PELOTA

Las desafortunadas palabras de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en las que pide que se suspenda la final de la Copa en caso de producirse abucheos a al himno nacional, deberían pasar por alto en este blog, más bien obviarse. Pues desde aquí os comunico que no me gusta enfangarme en opiniones extrafutboleras –como ésta- y también aborrezco dar pábulo a quién sólo quiere unos minutos de gloria, como la susodicha Espe.
Pero no puedo evitar pronunciarme al respecto, manifestar mi opinión sobre lo que parece ya –de antemano- un hecho consumado: el abucheo al himno español. Antes de nada he de decir que defiendo la libertad de expresión, pues es un derecho constitucional de una dimensión e importancia vital para el desarrollo del estado de bienestar. Pero también clausuró a quiénes confunden tal libertad con irresponsabilidad e irrespetuosidad y a quiénes transitan en la delgada línea que separa el derecho del deber.
Aclarado esto, acepto que se pite el himno nacional en el preludio a la Final de Copa del Rey. Igual que acepto abucheos al Rey, al Príncipe o al Espíritu Santo. Pero me duele en el alma. Me estremece que dichas disyuntivas –abuchear o no- se mezclen con lo verdaderamente importante: el fútbol. Que la política camine de la mano en eventos de esta magnitud, que cargos políticos como la Presidenta de la Comunidad o el Presidente del Barcelona se pronuncien al respecto de forma tan fangosa y penosa.
Sinceramente no entiendo a los borregos que acuden a un estadio con el fin de enarbolar la bandera del tal o cuál nacionalismo, que suelen ser los mismos que pitan y no respetan la bandera “contraria” y se rasgan las vestiduras cuando se cuestionan sus ideales. Me parece patético gastar 150, 200 ó 300 euros en acudir a un estadio con tales propósitos. Pero aunque nos duela, eso es libertad de expresión, y cada uno tenemos nuestros pensamientos y creencias.
La mía es que en el momento del himno bajaré el volumen, o simplemente me saltaré esos prolegómenos al fútbol –que no son fútbol- y disfrutaré posteriormente de un partido lleno de internacionales. Porque sí, y esto no es una opinión, 8 ó 10 jugadores de los que salten al verde del Calderón podrán escuchar su himno nacional tranquilamente en menos de un mes. Curiosamente lejos de España. Cosas de este país.

21 de mayo de 2012

BAYERN MUNICH-CHELSEA (1-1, victoria Chelsea en penaltis): DROGBA CULMINA EL IMPOSIBLE

Aquellos que preveían una final imprevisible estaban en lo cierto. Yo no. Imaginaba un guión de partido definido y claro, con desenlace previsible. Lo cierto es que, incrédulo que es uno, no me jugaría ni un chavo a la victoria de los de Di Matteo. Su fútbol, gris y apático, creí que sería hecho añicos ante la velocidad y alegría ofensiva de la gente del Bayern…
Hace unas semanas, la ejecución del Barcelona a manos de los londinenses me pareció un milagro, un ejercicio consagrado de fe (en su fútbol defensivo y en un delantero mayúsculo como Drogba), de difícil –por no decir imposible- repetición. Y cierto es que ayer el Bayern no fue el Barcelona. Cohibido, arrítmico y miedoso ante el fracaso, su propuesta fue ofensiva, de buen gusto –su ADN no miente- pero con una importante falta de agresividad y seguridad en sí mismos. Así, desparecido Mario Gómez, y no plenamente acertados Kroos, Robben o Ribéry, los bávaros no completaron el partido que todos esperábamos. Siendo, aún con esas, más merecedores y mejores que el Chelsea.
Por tanto el desarrollo del choque fue el esperado; con un Bayern dominador y sobrado de ganas y emociones; y un Chelsea sumiso, encajador y realista. Asumiendo una verdad –o varias-: los alemanes son más rápidos, más técnicos, más jóvenes y más fuertes. Y poniendo soluciones al respecto: afear el partido, cortocircuitar a los cerebros bávaros, cerrar pasillos interiores, hacer coberturas en los extremos y robar para correr, para finalizar jugadas, para evitar pérdidas cercanas a Cech. Y en eso, en todo eso –que no es poco- movidos por un denominador común: la fe enorme en sus escasas posibilidades. El Chelsea es corazón.
 Esas virtudes, unidas a un apático Bayern (que careció de marchas, siempre a un mismo ritmo), compensaron el déficit londinense en otras suertes del juego: inoperancia con balón; desaprovechamiento del talento (Mata y Lampard, por encima del resto); defensa por garra y número, no por calidad defensiva.
Así, con estas premisas, el choque fue vibrante por emoción, no por ritmo. Emocionante por resultado, no por  fútbol. Y dramático para los alemanes, quiénes tuvieron TODO en su mano para doblegar al equipo de los milagros. Consiguieron adelantarse –más tarde de lo merecido-, en uno de esos momentos en los que parece que va a ser imposible que el rival se sobreponga (minuto 80). Müller ejecutó a la perfección un movimiento de jugador inteligente, cayendo en el segundo palo y propiciando un error de bulto del monumental Cech. Las mejores manoplas de la presente edición de la Champions no atinaron a sacar un remate en semifallo, y el pesimismo se instauraba en los aficionados ingleses.
Nada más lejos de la realidad, cuánto más difícil es la presa mayor es la convicción de los jugadores blues. Creyentes devotos de la religión que predica su entrenador, Roberto di Matteo, se subieron todos a la chepa de Didier Drogba. El elefante ejecutó un remate de cabeza conmovedor, por estética y valor, que provocaba la prórroga.
En esa agonía que son los tiempos extra de las finales, el Chelsea volvió a obrar el prodigio. Primero cuando Cech se unió al Olimpo de Drogba, parando un penalti a Robben, y luego, tras 30 minutos de cansancio y terror, derrotando a los alemanes en la tanda final desde los once metros. Como no podía ser de otra manera, con Cech y Drogba de grandes protagonistas. El primero rozando milagrosamente el último penalti del bayern, a cargo de Schweinsteiger. Y el segundo devolviendo al Chelsea la Champions que anhelaba y merecía desde hace tantos años. Muchas tragedias e infortunios lo evitaron, ahora los dioses son del Chelsea. En el fútbol no hay nada imposible.

9 de mayo de 2012

ATLÉTICO DE MADRID-ATHLETIC CLUB: LA FINAL DE LOS REBELDES


Cuando a todo el mundo se nos había metido en la cabeza que viviríamos una finalísima Barcelona-Madrid en la máxima competición europea, ingleses y alemanes se encargaron de ultrajar tales elucubraciones. Blancos y azulgranas posponían su hegemonía para un futuro. Mientras tanto, la Europa League crecía en interés al ritmo en que los equipos españoles iban borrando del cuadro a cuántos rivales se ponían por delante (algunos de ellos del prestigio de Manchester United, Schalke 04, Sporting de Lisboa o PSV Eindhoven). Así, las semis ya aseguraban la presencia de un finalista español. Finalmente el Atlético se cargaría al Valencia en una eliminatoria de alta tensión; y el Athletic, por su parte, se encomendaba al poder de Llorente en los estertores de un duelo igualadísimo con los vecinos ibéricos del Sporting de Portugal. El resultado: colchoneros y txurriurdines como representantes del fútbol español, de una zona media que ha dado un salto de calidad en Europa, de unos rebeldes que rompen moldes a su manera.

ATLÉTICO DE MADRID

Su temporada es rara, tremendamente extraña e irregular. Casi tanto como la idiosincrasia de este club fundado por estudiantes vascos en Madrid. Su inicio de curso con Gregorio Manzano parecía abocado al fracaso casi antes de empezar a andar. El toledano no se sintió nunca cómodo en un vestuario y ambiente de trabajo imposible de encauzar. Como no podía ser de otra manera, su relevo era cuestión de cuatro malos resultados. Éstos llegaron inevitablemente, y con ellos asomó la cabeza Diego Pablo Simeone. El Cholo pronto dejó claras sus intenciones: trasladar su carácter indómito a un equipo falto de motivación y garra, y aunque al principio los resultados fueron positivos, el equipo seguía siendo incapaz de alcanzar la regularidad. El efecto efervescente provocado por la llegada de Simeone despertó en los más pesimistas un halo de negatividad, quiénes veían al argentino como un remedio barato, populista y circunstancial a otra pésima temporada rojiblanca. Más de un seguidor se acordaría en ese momento del famoso “papa, ¿por qué somos del Atleti?”.
Pero el padre debería reservarse su respuesta a días como hoy, pues el Cholo nos ha demostrado que detrás de esa careta de agitador de masas hay entrenador, consiguiendo llevar al equipo de sus amores a una nueva final europea y enderezando el rumbo en la Liga hasta el punto de pelear hasta el último minuto por una plaza Champions.
Su FÚTBOL. El juego del Atléti vive de la intensidad a la hora de robar el balón y de la velocidad con que sus hombres salgan a la contra. Es un fútbol sencillísimo, del que se aplaude en el Calderón, por rítmico e intenso: muy al estilo Premier.
Lo mejor del Atlético está arriba, cuánto más cerca de portería contraria mucho mejor. Como si la planificación del equipo comenzará por el delantero y llegará, sin un duro, a la portería propia. De Falcao a Courtois se entremezclan futbolistas de categoría dispar. El Tigre es, sin duda, el jugador estrella de este conjunto; sus números hablan por sí solos, y su capacidad para involucrarse con el juego de sus compañeros y su entrega por la camiseta están elevando todavía más el caché de este fenomenal delantero de remate. A su lado se reúnen otra serie de futbolistas de gran nivel; desde un Adrián que está dando el salto de calidad que le catapultará hasta la selección, haciendo gala de una movilidad y determinación diferencial en los metros finales; pasando por Arda, tan irregular como genial; o por un Diego que está completando su temporada más madura en Europa.
De ahí para abajo una escala de grises con algunas luces en determinadas posiciones. Su mediocampo se sostiene desde la dureza y serenidad de jugadores notables pero no sobresalientes: Gabi, Mario Suárez o Thiago componen una medular que da al equipo mucho de cuánto quiere transmitir Simeone desde la banda.
En defensa sobresalen –curiosamente en ataque- sus dos laterales: Filipe y Juanfran, éste último como sobresaliente remedio de su entrenador. Los centrales son solventes, pero quedan un poco por debajo de la media general del equipo. Y el portero titular, Courtois, ha quedado también en evidencia en puntuales y comprometidas ocasiones, calmando un poco a quiénes veían en él no sólo al portero del futuro, sino también del presente.

ATHLETIC CLUB

Qué decir que nos se haya dicho ya de los leones de Bielsa. Protagonistas de una temporada más fascinante todavía para los ojos de los puristas y románticos que para los pragmáticos del fútbol –y eso que son finalistas de Europa League y Copa del Rey-. Autores de algunos de los partidos más imborrables del año; como los partidos ligueros ante el Barcelona en San Mamés o como visitantes en el Bernabeú; por no hablar de las exhibiciones en Europa ante United o Schalke 04, u otras en la Copa del Rey.
Pero para analizar al actual Athletic es necesario recordar los orígenes de la temporada. Cuando Bielsa llegó con unas ideas que estaban en las antípodas de todo cuánto se había vivido hasta la fecha en San Mamés. Los resultados –siempre los malditos resultados- ponían en entredicho el trabajo de un enfermo de este deporte, y los agoreros se apresuraron en desacreditar el fichaje del rosarino. Pero éste ya había ganado el crédito más válido para un entrenador: el de su vestuario.
Regaló a sus jóvenes jugadores un manual de comportamiento sobre el césped tremendamente atractivo; basado en la movilidad permanente (“denme alguna sola razón por la que no correr durante un segundo del juego”); en la idea de dominio permanente sobre el adversario, de la búsqueda incesante del gol, del buen trato del balón. Ese manual inicial fue, sin duda, el germen del actual y brillante finalista de copa.
El peaje que han tenido que pagar a cambio ha sido también costoso, principalmente por el excesivo cansancio acumulado por sus mejores hombres, que arrastran muchísimos minutos de desgaste en sus piernas.
Y ese puede ser el principal hándicap para los bilbaínos en el día de hoy. No llegan en su mejor momento, como han mostrado en los recientes compromisos ligueros, pero tienen a su favor la capacidad de jugar de memoria a un estilo de juego que ya forma parte de su ADN, al menos hasta que Marcelo Bielsa los abandone.
Su FÚTBOL. omo había comentado, se basa en la movilidad contínua del individuo y del balón, y en éste esquema sobresalen, obviamente, los jugadores más dinámicos. Desde ese prisma se entiende la excelsa temporada de sus mediocampistas De Marcos, Muniain, Susaeta o Ander. También el ancla de éstos, Iturraspe o Javi Martínez (ya sea desde el mediocampo o desde la defensa, a la que se ha adaptado de forma brillante), o los laterales largos Iraola y Aurtenetxe. Los centrales, el ya citado Javi Martínez, y otros como San José, Ekiza o Amorebieta –especialmente este último- han completado también una temporada dignísima.
Por último, su delantero y emblema Fernando Llorente ha firmado unos números altísimos, quizá por encima del nivel general de su temporada. Y es que, aquí un servidor es de la opinión de que el navarro sufre muchísimo con el sistema de Bielsa, demasiado exigente en la movilidad y habilidad inidividual (quizá los grandes déficits del fenomenal delantero), y que sus condiciones no se ven potenciadas en este sistema. Aún así ha sabido trabajar fenomenal, atrayendo para sí la atención de las defensas rivales y propiciando las entradas por bandas de sus compañeros.
También me gustaría destacar a la segunda unidad de jugadores, que especialmente se han destapado en la última parte de la temporada, y de entre todos estos a dos jugadores de tremendo futuro para los leones: Ibai Gómez e Íñigo Martínez. Es probable que ninguno de los dos comiencen de inicio hoy en Bucarest, pero sin duda serán un soplo de aire fresco para un equipo falto de oxígeno a estas alturas de año.

PRONÓSTICO
Confío en la victoria del Athletic. Casi más por principios románticos que atendiendo a los estados de forma y dinámicas actuales. Los colchoneros están acabando la temporada de forma espectacular, enchufados e intensísimos, y esa será su gran baza y argumento a favor para imponerse en el día de hoy. Por el contrario, el estado de forma de los vascos deja mucho que desear, pero tienen tan asimilados los conceptos que han venido desarrollando durante todo el año, que siguen siendo un equipo brutalmente competitivo e incómodo.
Sólo espero que la dinámica que adquiera la final sea de un fútbol rápido, vivo y atractivo. Que se juegue de área a área sin remordimientos ni temores a perder. Porque la verdad es que la temporada de ambos equipos invita a pensar en un auténtico partidazo. De poder a poder. Del poder de los rebeldes, de Europa y de España. Capaces de ser finalistas europeos y estar a más de 40 puntos en liga de quiénes no lo consiguieron.

7 de mayo de 2012

DEPORTIVO-REAL VALLADOLID (1-1): CON LOS PRINCIPIOS POR DELANTE

El Valladolid no pregunta, actúa. Djukic ha enseñado tanto –en tan poco tiempo- a sus alumnos que, ahora, en el momento álgido de la temporada, cuando a los rivales les comienzan a flaquear las piernas y dudan de sus ideas, los pucelanos tienen la lección bien aprendida. Y la recetan de memoria. Como ayer en Riazor, el campo más temible, complicado y áspero de Segunda División. Allí, dónde se concentraron 34.000 almas, en horario de prime time futbolístico en España, el Real Valladolid realizó un ejercicio completísimo y sobresaliente de fútbol. Con un único “pero”: el suspenso en la finalización de las jugadas.
Esa tarea, la del gol, a buen seguro que es la que más preocupa al técnico serbio. Incapaz de entender un factor tan insondable como ese: ¿por qué Lux atrapa a bocajarro con sus botas un disparo de Peña?, ¿qué se le pasa por la cabeza a Nauzet para precipitarse de cara al portero cuando tenía tiempo hasta para un café?, en cambio ¿por qué Guerra se toma cafés cuando debe finalizar?... Podríamos seguir con esta retahíla de preguntas, de complicada respuesta, que no hacen más que constatar que el fútbol no es un deporte lineal. Que no siempre gana el que más fabrica. Que la suerte, o como se quiera llamar a ese factor que acaba decantando casi todos los partidos, ejerce un dominio brutal sobre todos los aspectos del juego.
De lo contrario no se entendería lo de ayer en tierras coruñesas. El Valladolid fue un equipo sideral, con y sin balón, dominador de todo cuanto aconteció sobre el verde y, en cambio, no se volvió de vacío por 40 míseros segundos. Antes de esa acción rocambolesca, azarosa y suertuda como pocas, que acabó con gol de Manucho, el partido había sido una representación bastante fidedigna de la reciente eliminatoria Barcelona-Chelsea.
Un Real Valladolid espléndido y pleno de movilidad en ataque, con intercambios y permutas constantes de jugadores, laterales doblando, centrales ampliando y mediocampistas finos y precisos en la construcción del juego. Con Álvaro Rubio como brillante timón, y Víctor Pérez escalonado a la perfección entre él y Óscar, el juego que se tejía en la medular blanquivioleta era una avalancha que barría y sobrepasaba cualquier esfuerzo de los Valerón, Juan Dominguez o Bergantiños. El ‘Depor’ sólo respiraba cuando corría a la contra, y se tranquilizaba con el balón en pies de un Lassad más vivo y rápido que Jesús Rueda, a quién superó en varios lances del juego.
Precisamente fue el tunecino quién provocó el fallo estrepitoso de Jaime, quién derribó descaradamente al delantero deportivista. Guardado, el mejor de los locales, ejecutó a los visitantes, pero no una idea de juego tatuada en el ADN de cada jugador blanquivioleta. La identidad y personalidad de los de Djukic, lejos de difuminarse, brilló más que nunca a raíz de ese gol. Desde entonces; monólogo de los pucelanos, que se fueron desmelenadamente al ataque..., pero el partido no sería de brillo rápido, sino de desgaste futbolístico.
El segundo período se le hizo eterno al equipo de Oltra. Maniatado por el volumen de juego y producción ofensiva de los Óscar, Bueno (quién reemplazó a un desafortunado Jofre), Pérez y compañía, el líder de Segunda vivía en torno a su propio área. Sólo en un par de contragolpes fueron capaces de llevar peligro a Jaime. Del resto se ocuparon la diosa fortuna, el tiempo y un Guerra apático y lento como nunca. Tanto que acabó en el banquillo. Manucho dentro, de tanque, como alternativa a un juego precioso pero impreciso de cara a Lux.
Y así llegamos al descuento. Con la película agonizando se cuelga un balón desde banda derecha; Óscar, dentro del área, la orienta de cabeza del segundo al primer palo; allí la caza Bueno en semifallo, el viaje a la inversa (del primero al segundo); y en mitad del trayecto, ¡zas!, aparecen las piernas de la pantera pucelana.


El gol es tremendamente justo, pero también puede abrir la veda de un estéril debate: ¿cómo se explica que alimentes el cuero de hierba durante 90 minutos, y en el único balón que rifas al área hagas el gol que buscaste durante tanto tiempo? No tengo la respuesta amigos. Aunque el tan de moda Marcelo Bielsa nos dio una pista hace ya algún tiempo: “Son mucho más importantes los principios que las conveniencias deportivas. Los equipos con principios terminan a la larga siendo mejores deportivamente”. Por eso el Valladolid está dónde está. Manucho será un héroe momentáneo, porque su aparición en el día de ayer fue una conveniencia circunstancial que se saldó en positivo, pero Djukic, como dijo en rueda de prensa no se queda con el marcador; sino con la exhibición de fútbol y principios de sus jugadores en Riazor, dónde yo creo que asentaron definitivamente los cimientos del ascenso.

1 de mayo de 2012

MANCHESTER CITY-MANCHESTER UNITED (1-0): ABURRIMIENTO EN EL ETIHAD. BLUE PREMIER

El Etihad rugía como nunca. El derbi local, el duelo de los dos grandes poderes futbolísticos de Inglaterra, debía coronar un campeón de Premier. Los antecedentes eran variopintos, y nos vaticinaban un pronóstico incierto. Los celestes habían remontado de manera inverosímil una diferencia de 8 puntos en las últimas jornadas, merced a una dejadez competitiva impropia de un equipo de Ferguson. Además, el 6-1 de FA Cup pesaba como una losa sobre el United. Pero por otra parte, pensar que los red van a inclinar la rodilla es, como poco, atrevido. Si milagrosamente levantó una Champions en 2 minutos al Bayer Munich, ¿Cómo no va a poder aguantar la presión de un partido como el de ayer?
Pero la primera aclaración a la pregunta vino en forma de alineación. La de de Sir Alex Ferguson, el hombre que elevó al United a la cima del fútbol mundial de repente manchó los calzoncillos. Planteó el partido como un equipo menor, reforzando el centro del campo de músculo; atrofiando el cerebro. Ante esa premisa inicial, los de Mancini con todo. En el campo los once mejores, a tratar de jugar, de mover el balón, de hacer gol y luego a guardar. Y eso fue el partido. Sencillo, insípido, malo.
Cuando uno no quiere jugar, la cosa (para el espectador neutral) pinta mal. Y esas sensaciones que uno percibía al inicio del choque se constataron irremediablemente con el paso de los minutos. Siempre con la emoción propia de estar viviendo la resolución de un campeonato (todavía quedan 3 partidos, pero éste era sin duda la llave que abre las puertas al cielo); con la tensión intrínseca de un derbi, de una rivalidad acérrima; pero con la certeza perpetúa  de que lo que estás viendo es un espectáculo futbolístico pobre.
Y el fraude no se entiende. Ashley Young, Chicharito o Welbeck en el banquillo; más talento descansando que sobre el césped. Mientras, los de dentro corriendo, entre ellos Scholes o Giggs –desafiando a las leyes de la edad- haciendo más kilómetros que cuando eran unos chavales. Y los del City tranquilos, conscientes de que, pese a que su fútbol tampoco es brillante, les llegará para ganar al Wigan –perdón, al United-.
Y cuando hablamos de que el fútbol de los de Mancini no es brillante lo primero que hago es mirar al propio Mancini, después me pregunto; ¿qué haría un entrenador con buen gusto con este grupo de futbolistas? La pregunta no tiene respuesta, tampoco matices. No hablo ya de buenos o malos entrenadores, sino de buen o mal gusto. No hay más, el italiano no lo tiene, y tiempo para demostrar lo contrario le ha sobrado.
Su once es acertado, pero el fútbol del equipo es arrítmico, carente de frescura mental, más allá de la que demuestren sus jugadores con el balón en los pies. No hay movimiento, ni desmarques de apoyo. Viven de las arrancadas de Touré, y de las individualidades de los de arriba. Eso, aderezado con la raza de Zabaleta, el trabajo de Barry, y el nivel de sus centrales, Lescott y Kompany –especialmente este último-. Al fin y al cabo es un buen equipo, perdón, un equipo con futbolistas descomunales. Suficiente para ganar una pobre Premier, como pocas se recuerdan; demasiado como para sufrir ante su archienemigo.
Del partido, perdónenme que apenas haya entrado en detalles. Ganó el City con gol de Kompany al rematar con poderío, y la ayuda de De Gea, un córner botado por Silva en las postrimerías de la primera parte. El resto se lo imaginan, me aburre hasta pensar en escribir sobre ello.
Al menos, aguantar los 95 minutos de partido mereció la pena para escuchar el mejor Blue Moon entonado por la afición citizen: bien vale una Premier.