14 de febrero de 2012

HISTORIA DE UNA TROPELÍA


Esta noche, cuando las agujas del reloj nos señalen las 20.45 y volvamos a escuchar el anhelado himno de la Champions, vibraremos de nuevo con el fútbol. “The chaaaaaaampiooooooons”, preludio inequívoco de grandes atmósferas futboleras, melodía que nos reporta a algunas de las más bellas batallas europeas, nos introducirá hoy en la fase más decisiva de la Competición. 16 equipos, presuntamente los más fuertes del Viejo Continente, lucharán en 8 eliminatorias a doble partido. Entre estos clubes, los españoles y favoritos Madrid y Barcelona, y un intruso: el Olympique de Lyon, coprotagonista de uno de los episodios más oscuros y rocambolescos que se recuerdan en la máxima competición europea.
Nos retrotraemos a un 7 de diciembre de 2011. (6ª jornada de la Fase de Grupos). En el Estadio Maksimir de Zagreb, Dínamo y Olympique de Lyon se citan para un duelo sin aparentes motivaciones para los locales –más allá de la prima económica por victoria europea- y con la remota esperanza de clasificación de los visitantes –deben ganar, esperar la derrota del Ajax, y recuperar además una desventaja de 7 goles con respecto a éstos-. En Amsterdam, mientras tanto, el Ajax sueña con volver a ser un Top16  europeo. No distan mucho de su objetivo, realmente lo tienen en su mano, sólo una escandalosa goleada madridista o un resultado anormal en tierras croatas evitará los festejos ajacied. Son las 20.45 y empieza la “fiesta”.
La primera mitad no es del todo favorable para los intereses holandeses, el árbitro les birla un penalti y, por si fuera poco, Callejón e Higuaín hacen sangre del fallo. 0-2 y la sensación de haber sido mejor que el Madrid, el golpe es duro. Aún así, la grada respira tranquila, y De Boer, técnico local, se debe acordar de una frase que pronunció en la víspera, “esperamos no necesitar la ayuda del Dínamo”. Con los ojos en Croacia, el ex del Fútbol Club Barcelona inyecta, a buen seguro, dosis de tranquilidad a los suyos. En el Estadio Maksimir todo marcha en orden, más allá de la expulsión del centrocampista Leko a los 28 minutos de juego, el Dínamo aumenta su cuota de credibilidad manteniendo a raya al Olympique, que sólo es capaz de empatar (1-1) al descanso.
El descanso…, hay ocasiones en las que la mierda salpica de cerca este negocio. Nunca sabremos qué ocurrió en los 15 sospechosos minutos de Zagreb, pero allí, el fútbol y la Champions se dejaron parte de su credibilidad, desnutrida por quién no atiende a razones lógicas, sino a impulsos de hombres de traje y corbata, de fajos y maletines, de intereses subversivos para el fútbol.
Los presuntos (absurda palabra ésta) acercamientos del descanso se tradujeron apresuradamente en goles, muchos goles, en el segundo acto. En el minuto 51 de partido el Olympique ya ganaba 1 a 4. Cuatro goles en siete minutos. Hattrick de Gomis. Escándalo en Croacia. La tranquilidad instaurada en el Amsterdam Arena tornó, raudamente, en incredulidad y…, por qué no decirlo; indignación. Su equipo no cumplía con su deber, cierto, pero no menos cierto es que en ese momento eran la cabeza de turco de un atropello futbolístico. El Madrid, invitado de piedra, se limitaba a jugar tímidamente el partido. Sin querer hacer sangre, pero sin desvirtuar una Competición que olía mal por tierras croatas.
Las primeras especulaciones sobre el abuso se acrecentaron a medida que continuaba la lluvia de goles en Zagreb. Rémi Garde, entrenador del Olympique, alentaba a sus jugadores a hacer más, y éstos encontraban autopistas de ocho carriles con destino a la portería defendida –nunca esta palabra estuvo peor empleada- por Kelava. Cada aproximación francesa, cada carrera escatimada por los jugadores croatas, cada gol de los tres más que anotaron, no hacían más que dar pábulo a la sospecha. En el minuto 75, con 0-3 en el Amsterdam Arena, y el sonrojante 1-7 del Maksimir, franceses y croatas decidieron cerrar las puertas del circo. El Ajax debía conformarse con jugar la Europa League, había sido víctima de una tropelía.
La UEFA se apresuró a comunicar que no abrirían ningún tipo de investigación, pues no tenían indicios de un posible amaño. Nada más se sabrá del asunto, lo único cierto es que hoy el Stade Gerland entonará “The Chaaaaaaaampiooooooons”.

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