8 de febrero de 2012

FIN A 180 MINUTOS DE C-O-P-A: GRACIAS ATHLETIC, GRACIAS MIRANDÉS

La de ayer no fue una fiesta compartida, como sí debió pensar Juanma Castaño al entrevistar postpartido a Pablo Infante -auténtico héroe de la presente edición copera-, quién puso en su sitio al reportero dicharachero demostrando asimismo el carácter ganador, indómito e iconoclasta de este auténtico equipazo. Un Mirandés que no celebró la eliminación, ni mucho menos, pero sí contribuyó a brindarnos una magnífica eliminatoria que, a falta de emoción, nos arrojó destellos de clase, raza e ilusión por parte de ambos conjuntos, todo ello en un decorado bellísimo como el de San Mamés. Pura magia, pura COPA.
Y decíamos que la fiesta no fue compartida, porque Miranda –y toda España detrás- despertó de su sueño antes de la final, la cual hubiera sido el culmen perfecto a ese mundo onírico en el que se hallaban los de Carlos Pouso. Pero unas semifinales coperas no entienden de sueños, pertenecen al mundo real, en el que el terreno de juego pone a cada uno en su sitio, y ayer sitúo al Athletic Club en una nueva final de Copa, su competición fetiche.
Quizá hace ya una semana, en el primer acto celebrado en el entrañable Anduva, la eliminatoria quedó sentenciada. Aquel gol de Lanbarri en el descuento alimentó –puede que infundadamente- las esperanzas mirandesas. Por delante, una semana para soñar, una vela de armas en la que se prometía batalla y un partido, el de San Mamés, que olía a épica. Miranda buscaba la gloria, dar un morisco –uno más- a la historia, y plantarse en una final memorable.
Así se llegaba al partido de ayer, veinte minutos consumidos, y ya nos habíamos quedado sin emoción (3-0). En cualquier caso, el espectáculo fue enorme, los 60 minutos restantes fueron de una intensidad incomprensible pero maravillosa. Los Llorente, Muniain, De Marcos, Javi Martinez, etc., se partían el pecho por regalar a su afición un partido para recordar, y al rival no le cedían ni las migajas del pastel. Pero ese rival tenía nombre, un prestigio que defender y dosis ingentes de ilusión.
Y además juegan al fútbol, lejos de los prejuicios que caen sobre las categorías modestas los de Miranda practican un fútbol de asociación, siempre con vocación ofensiva, con intención. Su juego, unido al atractivísimo estilo del Athletic bielsista, dio como resultado un partido vivísimo, de área a área, de ocasión en ocasión. Quizá no fuera la manera más inteligente de enfrentarse a los txurri-urdines, pero si la más valiente. Por ello serán recordados. Nombres como Infante, Muneta, Lanbarri, Caneda, Mujika, etc., quedarán grabados en la mente de todos aquellos que disfrutamos viendo su bonita historia en la Copa del Rey. Esa competición que San Mamés respeta como el que más. Un estadio que ayer vivió una noche preciosa (festiva para algunos, no para Infante), y que honró una de las eliminatorias más coperas que se recuerdan. Gracias Athletic, gracias Mirandés.

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