25 de junio de 2012

PERSONALIDAD… POR FIN

España ha cambiado de registro. Lo que antaño era alegría y vértigo, ahora es pausa y determinación. El cambio de identidad –a pesar de quiénes no lo reconozcan- ha sido lento, paulatino, por momentos preocupante…, pero por fin culminado. Obrado en el partido ante Francia, en el que España dominó durante 90 minutos, sin dejar lugar a la sorpresa, con la entereza de quien se sabe superior al rival, con la certeza de que su ritmo acabará ahogando –por plomizo- al enemigo. Por mucho humo que hubieran vendido los Benzema, Ribery, Nasri y compañía, el otro día Francia fue una compañera de baile menor, sumisa y entregada a la música española; incapaz de perseguir algo más que sombras, entregada al cansino compás que supusieron las posesiones infinitas de España.
Y si bien he sido muy crítico con la primera fase de España en esta Euro, y en especial con la ruleta rusa en que se convirtió el choque ante Croacia. Ahora entiendo a esta Selección, no comparto su idea del juego, pero demuestra personalidad… Lo mínimo que se le puede pedir a un conjunto lleno de talento como éste. Algo de lo que adoleció, traumáticamente, ante los balcánicos, que estuvieron a un cabezazo de mandar a la Campeona de Europa y del Mundo para casa. Y nos hubieran privado de conocer la verdadera nueva versión de la tan clamada y edulcorada Roja.
Y esa nueva personalidad o identidad –como prefieran llamarlo- no ha cambiado de actores, ni de director, tampoco de escenario; sólo de registro, de música, de compás. Se trata de algo innovador incluso. Algo desconocido hasta la fecha, intuido –en el Mundial de Sudáfrica-, pero agudizado hasta la apoteosis ante los galos. Nos hallamos de la defensa a través del balón, del catenaccio servido desde la posesión, de la esterilización del cuero, de la sedación del rival por aburrimiento, por pases hacía a atrás, por asociaciones sin mordiente. Eso fue España, para bien y para mal.
Conocer esta nueva realidad supuso en mí un sentimiento contrario. Por un lado aliviado por saber que España vuelve a saber a qué juega. Pero también decepcionado por seguir a una Selección que da más miedo por lo que puede llegar  ser que por lo que es. Que infunde el respeto propio que determina su historia reciente, y que escribe un presente futbolístico distinto al que un día sembró, recogiendo galones e infundiendo el respeto que su fútbol actual no merece. Apenado por sentir que nos están privando de un fútbol irrepetible.
Así, en la situación actual, no me adscribo a su estilo. No me convence Del Bosque y su canguelo me provoca una decepción enorme. Pero me alivia saber que han encontrado otro norte. Y sobre todo, que alcanzan semifinales de una Eurocopa con una parsimonia brutal. Propia de quién, por fin, sabe a lo que juega.

No hay comentarios:

Publicar un comentario