29 de junio de 2012

ALEMANIA-ITALIA (1-2): PIRLO TIENE LA LLAVE

Piano piano, y con el cuero por dónde pastan las vacas, sin importar el pase extra, manejando el balón con descaro y maestría. Así juega al fútbol la Italia de Prandelli. Bravissimo. Una apuesta colosal, valiente e inteligente que coloca a la azzurri en una nueva final de la Euro. Pasando por encima de la potente maquinaria de Joachim Low, incrédulo ante el inesperado repaso sufrido en una primera parte para enmarcar. Inoperante su equipo, sobrado de ansiedad y competitivamente menores que los transalpinos, los alemanes no pudieron más que tirar de casta y corazón en la 2ª parte para llevar la emoción al descuento. Insuficiente. Derrotados.
Y es que la película se había decantado mucho antes. Ya, en el primer minuto de partido, el guionista nos traza las coordenadas de lo que íbamos a ver en 90 minutos. Desde el inicio observamos a una Italia calmada y sosegada con balón, que no duda en tocar, y tocar y tocar. Y después volver a tocar. Ante la duda, balón atrás. Asegurando el esférico desde la defensa. Trabajando bien en la amplitud lateral, generando espacios…, y Pirlo. Protagonista absoluto.
Desde el ‘21’ de Italia se tejen todas y cada una de las jugadas. Si hay duda, Andrea la despeja –la duda, nunca la pelota-. Todo vale con tal de conservar la posesión. Italia echa el cerrojo, y Pirlo guarda la llave. No hay manera de que la Mannschaft dispute el balón a su rival. Aún así generan peligro (llegadas a área, por lo menos). Tras recuperación de balón: estampida. Parecen enfurecidos. Rabiosos ante el partido que les están planteando.
Mientras, los de Prandelli a lo suyo. Apenas llegan a área contraria con mordiente, pero creen en su cuento. Schweni, Khedira, Kroos y Özil son incapaces de cerrar el mediocampo. Llegan siempre un segundo tarde, y son espectadores de lujo de las asociaciones que forman Pirlo, De Rossi, Montolivo y Marchisio. Mucho talento. Y más arriba, ni más ni menos que Il Talentino Cassano aguarda ante un pase que le permita hacer de las suyas.
Y ese momento llega. Todo nace de Pirlo, el gobernador del mediocampo. Él inicia una jugada sin peligro aparente. Desde la televisión todos vemos como puede abrir un balón fácil a Balzaretti –improvisado lateral derecho-, pero el mariscal decide que no, prefiere bailar con su par, zigzagueo…, y acaba viendo un pase incisivo en el lado contrario. Ni el realizador se había percatado de la subida de Chiellini. Éste sencillo, lo que sabe: cede el balón a Cassano, escorado, de espaldas a portería y con un hombre encima. Arte. Cassano nos descubre el regate sin movimiento. Cuerpo y balón se mezclan de forma extraordinaria, pierna pivotante y Hummels besa la lona. El centro posterior es un regalo que desenvuelve Balotelli. Como el niño que espera la llegada de los Reyes Magos el ‘9’ italiano explosiona de júbilo… Pero quiere más, y seis minutos después el regalo es de parte de Lahm. La pantera transalpina hace pedazos el balón, la red y las esperanzas teutonas. Sus aficionados lloran en la grada.
En la segunda parte cambia el decorado. Low introduce un doble cambio: Klose y Reus por Gómez y Podolski. Alemania tira de orgullo y encajona a una Italia que se siente muy cómoda también en ese escenario. Los minutos pasan y los córners y llegadas de la Mannschaft se suceden, aún sin llevar excesivo peligro a Buffon. Más bien son los italianos quiénes están más cerca de hacer el tercero, en sucesivos contragolpes de mucho peligro, pero Di Natale, Marchisio y Diamanti no culminan las rápidas oleadas azzurris.
Sólo al final y de penalti Alemania es capaz de encoger el corazón de los aficionados transalpinos.  Özil castiga la mano de Balzaretti en el área, y los alemanes sueñan con  dos minutos de gloria. Pero se olvidan de que enfrente un tal Pirlo guardó la llave del partido en el primer minuto del mismo. Ahora España debe quitársela el domingo.

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