20 de junio de 2012

¿LAS DUDAS MOLESTAN?

Entiendo que los componentes de la Selección se sientan molestos. Pero el otro día no gustaron, y la gente se manifiesta. El partido fue visto por casi 14 millones de españolitos; agobiados, acongojados e incómodos desde el sofá de sus casas. Angustia solitaria o compartida, pero angustia, escenificada en el remate de cabeza de Rakitic, y liberada con el gol de Navas. Liberación que, en cualquier caso, no despejaba dudas. Alegría contenida.
Antaño, cuando España siempre fracasaba en las grandes citas, el avanzar a cuartos de final era motivo de celebración, y a eso hacía referencia ayer Del Bosque, quién se quejaba de la escasa celebración por la clasificación. Pero nuestro seleccionador tiene que entender que esto es deporte, y en este negocio el listón del éxito y el precipicio del fracaso se los pone uno mismo. Y es que probablemente, para el Rafa Nadal novicio de 17 años, pasar un par de rondas de Grand Slam era un éxito rotundo, cuando ahora no es más que un proceso rutinario hacía el título, su único objetivo cada vez que pisa la arcilla de París o el verde de Wimbledon. Quizá ese nivel de exigencia sea el único camino a la gloria, alcanzada tantas y tantas veces por el mallorquín. Una lección, sin duda, para cualquier otro deportista –incluidos los a veces intocables futbolistas-.
En cualquier caso, un pragmático de esto puede calificar el pase como un éxito rotundo, así como los números de España, que nos indican que es el equipo que más anota y menos recibe de toda la Euro, también el que más remata y, por supuesto, el que más veces pasa el balón. Entonces es cuando hay que recurrir a Boza Maljkovich, para quién “las estadísticas son como los bikinis. Lo que revelan es sugerente, pero lo que ocultan es vital”. Por números España camina exitosa, pero las sensaciones que transmiten no son del todo positivas y generan dudas. Al respecto, me hacía gracia esta mañana la comparación que establecía hoy un comentarista radiofónico, “a mi vecina del séptimo la veo espléndida, en cambio a Miss Universo siempre la pongo pegas”. Exactamente lo mismo que nos sucede –y debe ser así - con España. Su nivel de excelencia en el juego alcanzado tantas y tantas veces ha levantado tal nivel de expectación que cuando paren un partido como el de Croacia la decepción es mayúscula. ¿Y cómo no se van a generar dudas?
Además, el propio Del Bosque debería afrontar esas críticas de forma positiva, excitante y estimuladora. Pues sí hemos aceptado opiniones cuando ha habido sesiones de baño y masaje hacía nuestros jugadores, lo mismo se debe hacer ahora. Ahora que todo el mundo vimos como España fue incapaz de dominar un partido vital; adormecida en un toque de balón estéril, cauteloso y espeso; timorata en su defensa; dubitativa en ataque. No fue la gran España, ni siquiera una versión menor. Fue la España de las dudas, de esas que molestan, pero esas mismas que deben reforzar la vuelta a los orígenes.

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