7 de mayo de 2012

DEPORTIVO-REAL VALLADOLID (1-1): CON LOS PRINCIPIOS POR DELANTE

El Valladolid no pregunta, actúa. Djukic ha enseñado tanto –en tan poco tiempo- a sus alumnos que, ahora, en el momento álgido de la temporada, cuando a los rivales les comienzan a flaquear las piernas y dudan de sus ideas, los pucelanos tienen la lección bien aprendida. Y la recetan de memoria. Como ayer en Riazor, el campo más temible, complicado y áspero de Segunda División. Allí, dónde se concentraron 34.000 almas, en horario de prime time futbolístico en España, el Real Valladolid realizó un ejercicio completísimo y sobresaliente de fútbol. Con un único “pero”: el suspenso en la finalización de las jugadas.
Esa tarea, la del gol, a buen seguro que es la que más preocupa al técnico serbio. Incapaz de entender un factor tan insondable como ese: ¿por qué Lux atrapa a bocajarro con sus botas un disparo de Peña?, ¿qué se le pasa por la cabeza a Nauzet para precipitarse de cara al portero cuando tenía tiempo hasta para un café?, en cambio ¿por qué Guerra se toma cafés cuando debe finalizar?... Podríamos seguir con esta retahíla de preguntas, de complicada respuesta, que no hacen más que constatar que el fútbol no es un deporte lineal. Que no siempre gana el que más fabrica. Que la suerte, o como se quiera llamar a ese factor que acaba decantando casi todos los partidos, ejerce un dominio brutal sobre todos los aspectos del juego.
De lo contrario no se entendería lo de ayer en tierras coruñesas. El Valladolid fue un equipo sideral, con y sin balón, dominador de todo cuanto aconteció sobre el verde y, en cambio, no se volvió de vacío por 40 míseros segundos. Antes de esa acción rocambolesca, azarosa y suertuda como pocas, que acabó con gol de Manucho, el partido había sido una representación bastante fidedigna de la reciente eliminatoria Barcelona-Chelsea.
Un Real Valladolid espléndido y pleno de movilidad en ataque, con intercambios y permutas constantes de jugadores, laterales doblando, centrales ampliando y mediocampistas finos y precisos en la construcción del juego. Con Álvaro Rubio como brillante timón, y Víctor Pérez escalonado a la perfección entre él y Óscar, el juego que se tejía en la medular blanquivioleta era una avalancha que barría y sobrepasaba cualquier esfuerzo de los Valerón, Juan Dominguez o Bergantiños. El ‘Depor’ sólo respiraba cuando corría a la contra, y se tranquilizaba con el balón en pies de un Lassad más vivo y rápido que Jesús Rueda, a quién superó en varios lances del juego.
Precisamente fue el tunecino quién provocó el fallo estrepitoso de Jaime, quién derribó descaradamente al delantero deportivista. Guardado, el mejor de los locales, ejecutó a los visitantes, pero no una idea de juego tatuada en el ADN de cada jugador blanquivioleta. La identidad y personalidad de los de Djukic, lejos de difuminarse, brilló más que nunca a raíz de ese gol. Desde entonces; monólogo de los pucelanos, que se fueron desmelenadamente al ataque..., pero el partido no sería de brillo rápido, sino de desgaste futbolístico.
El segundo período se le hizo eterno al equipo de Oltra. Maniatado por el volumen de juego y producción ofensiva de los Óscar, Bueno (quién reemplazó a un desafortunado Jofre), Pérez y compañía, el líder de Segunda vivía en torno a su propio área. Sólo en un par de contragolpes fueron capaces de llevar peligro a Jaime. Del resto se ocuparon la diosa fortuna, el tiempo y un Guerra apático y lento como nunca. Tanto que acabó en el banquillo. Manucho dentro, de tanque, como alternativa a un juego precioso pero impreciso de cara a Lux.
Y así llegamos al descuento. Con la película agonizando se cuelga un balón desde banda derecha; Óscar, dentro del área, la orienta de cabeza del segundo al primer palo; allí la caza Bueno en semifallo, el viaje a la inversa (del primero al segundo); y en mitad del trayecto, ¡zas!, aparecen las piernas de la pantera pucelana.


El gol es tremendamente justo, pero también puede abrir la veda de un estéril debate: ¿cómo se explica que alimentes el cuero de hierba durante 90 minutos, y en el único balón que rifas al área hagas el gol que buscaste durante tanto tiempo? No tengo la respuesta amigos. Aunque el tan de moda Marcelo Bielsa nos dio una pista hace ya algún tiempo: “Son mucho más importantes los principios que las conveniencias deportivas. Los equipos con principios terminan a la larga siendo mejores deportivamente”. Por eso el Valladolid está dónde está. Manucho será un héroe momentáneo, porque su aparición en el día de ayer fue una conveniencia circunstancial que se saldó en positivo, pero Djukic, como dijo en rueda de prensa no se queda con el marcador; sino con la exhibición de fútbol y principios de sus jugadores en Riazor, dónde yo creo que asentaron definitivamente los cimientos del ascenso.

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