9 de mayo de 2012

ATLÉTICO DE MADRID-ATHLETIC CLUB: LA FINAL DE LOS REBELDES


Cuando a todo el mundo se nos había metido en la cabeza que viviríamos una finalísima Barcelona-Madrid en la máxima competición europea, ingleses y alemanes se encargaron de ultrajar tales elucubraciones. Blancos y azulgranas posponían su hegemonía para un futuro. Mientras tanto, la Europa League crecía en interés al ritmo en que los equipos españoles iban borrando del cuadro a cuántos rivales se ponían por delante (algunos de ellos del prestigio de Manchester United, Schalke 04, Sporting de Lisboa o PSV Eindhoven). Así, las semis ya aseguraban la presencia de un finalista español. Finalmente el Atlético se cargaría al Valencia en una eliminatoria de alta tensión; y el Athletic, por su parte, se encomendaba al poder de Llorente en los estertores de un duelo igualadísimo con los vecinos ibéricos del Sporting de Portugal. El resultado: colchoneros y txurriurdines como representantes del fútbol español, de una zona media que ha dado un salto de calidad en Europa, de unos rebeldes que rompen moldes a su manera.

ATLÉTICO DE MADRID

Su temporada es rara, tremendamente extraña e irregular. Casi tanto como la idiosincrasia de este club fundado por estudiantes vascos en Madrid. Su inicio de curso con Gregorio Manzano parecía abocado al fracaso casi antes de empezar a andar. El toledano no se sintió nunca cómodo en un vestuario y ambiente de trabajo imposible de encauzar. Como no podía ser de otra manera, su relevo era cuestión de cuatro malos resultados. Éstos llegaron inevitablemente, y con ellos asomó la cabeza Diego Pablo Simeone. El Cholo pronto dejó claras sus intenciones: trasladar su carácter indómito a un equipo falto de motivación y garra, y aunque al principio los resultados fueron positivos, el equipo seguía siendo incapaz de alcanzar la regularidad. El efecto efervescente provocado por la llegada de Simeone despertó en los más pesimistas un halo de negatividad, quiénes veían al argentino como un remedio barato, populista y circunstancial a otra pésima temporada rojiblanca. Más de un seguidor se acordaría en ese momento del famoso “papa, ¿por qué somos del Atleti?”.
Pero el padre debería reservarse su respuesta a días como hoy, pues el Cholo nos ha demostrado que detrás de esa careta de agitador de masas hay entrenador, consiguiendo llevar al equipo de sus amores a una nueva final europea y enderezando el rumbo en la Liga hasta el punto de pelear hasta el último minuto por una plaza Champions.
Su FÚTBOL. El juego del Atléti vive de la intensidad a la hora de robar el balón y de la velocidad con que sus hombres salgan a la contra. Es un fútbol sencillísimo, del que se aplaude en el Calderón, por rítmico e intenso: muy al estilo Premier.
Lo mejor del Atlético está arriba, cuánto más cerca de portería contraria mucho mejor. Como si la planificación del equipo comenzará por el delantero y llegará, sin un duro, a la portería propia. De Falcao a Courtois se entremezclan futbolistas de categoría dispar. El Tigre es, sin duda, el jugador estrella de este conjunto; sus números hablan por sí solos, y su capacidad para involucrarse con el juego de sus compañeros y su entrega por la camiseta están elevando todavía más el caché de este fenomenal delantero de remate. A su lado se reúnen otra serie de futbolistas de gran nivel; desde un Adrián que está dando el salto de calidad que le catapultará hasta la selección, haciendo gala de una movilidad y determinación diferencial en los metros finales; pasando por Arda, tan irregular como genial; o por un Diego que está completando su temporada más madura en Europa.
De ahí para abajo una escala de grises con algunas luces en determinadas posiciones. Su mediocampo se sostiene desde la dureza y serenidad de jugadores notables pero no sobresalientes: Gabi, Mario Suárez o Thiago componen una medular que da al equipo mucho de cuánto quiere transmitir Simeone desde la banda.
En defensa sobresalen –curiosamente en ataque- sus dos laterales: Filipe y Juanfran, éste último como sobresaliente remedio de su entrenador. Los centrales son solventes, pero quedan un poco por debajo de la media general del equipo. Y el portero titular, Courtois, ha quedado también en evidencia en puntuales y comprometidas ocasiones, calmando un poco a quiénes veían en él no sólo al portero del futuro, sino también del presente.

ATHLETIC CLUB

Qué decir que nos se haya dicho ya de los leones de Bielsa. Protagonistas de una temporada más fascinante todavía para los ojos de los puristas y románticos que para los pragmáticos del fútbol –y eso que son finalistas de Europa League y Copa del Rey-. Autores de algunos de los partidos más imborrables del año; como los partidos ligueros ante el Barcelona en San Mamés o como visitantes en el Bernabeú; por no hablar de las exhibiciones en Europa ante United o Schalke 04, u otras en la Copa del Rey.
Pero para analizar al actual Athletic es necesario recordar los orígenes de la temporada. Cuando Bielsa llegó con unas ideas que estaban en las antípodas de todo cuánto se había vivido hasta la fecha en San Mamés. Los resultados –siempre los malditos resultados- ponían en entredicho el trabajo de un enfermo de este deporte, y los agoreros se apresuraron en desacreditar el fichaje del rosarino. Pero éste ya había ganado el crédito más válido para un entrenador: el de su vestuario.
Regaló a sus jóvenes jugadores un manual de comportamiento sobre el césped tremendamente atractivo; basado en la movilidad permanente (“denme alguna sola razón por la que no correr durante un segundo del juego”); en la idea de dominio permanente sobre el adversario, de la búsqueda incesante del gol, del buen trato del balón. Ese manual inicial fue, sin duda, el germen del actual y brillante finalista de copa.
El peaje que han tenido que pagar a cambio ha sido también costoso, principalmente por el excesivo cansancio acumulado por sus mejores hombres, que arrastran muchísimos minutos de desgaste en sus piernas.
Y ese puede ser el principal hándicap para los bilbaínos en el día de hoy. No llegan en su mejor momento, como han mostrado en los recientes compromisos ligueros, pero tienen a su favor la capacidad de jugar de memoria a un estilo de juego que ya forma parte de su ADN, al menos hasta que Marcelo Bielsa los abandone.
Su FÚTBOL. omo había comentado, se basa en la movilidad contínua del individuo y del balón, y en éste esquema sobresalen, obviamente, los jugadores más dinámicos. Desde ese prisma se entiende la excelsa temporada de sus mediocampistas De Marcos, Muniain, Susaeta o Ander. También el ancla de éstos, Iturraspe o Javi Martínez (ya sea desde el mediocampo o desde la defensa, a la que se ha adaptado de forma brillante), o los laterales largos Iraola y Aurtenetxe. Los centrales, el ya citado Javi Martínez, y otros como San José, Ekiza o Amorebieta –especialmente este último- han completado también una temporada dignísima.
Por último, su delantero y emblema Fernando Llorente ha firmado unos números altísimos, quizá por encima del nivel general de su temporada. Y es que, aquí un servidor es de la opinión de que el navarro sufre muchísimo con el sistema de Bielsa, demasiado exigente en la movilidad y habilidad inidividual (quizá los grandes déficits del fenomenal delantero), y que sus condiciones no se ven potenciadas en este sistema. Aún así ha sabido trabajar fenomenal, atrayendo para sí la atención de las defensas rivales y propiciando las entradas por bandas de sus compañeros.
También me gustaría destacar a la segunda unidad de jugadores, que especialmente se han destapado en la última parte de la temporada, y de entre todos estos a dos jugadores de tremendo futuro para los leones: Ibai Gómez e Íñigo Martínez. Es probable que ninguno de los dos comiencen de inicio hoy en Bucarest, pero sin duda serán un soplo de aire fresco para un equipo falto de oxígeno a estas alturas de año.

PRONÓSTICO
Confío en la victoria del Athletic. Casi más por principios románticos que atendiendo a los estados de forma y dinámicas actuales. Los colchoneros están acabando la temporada de forma espectacular, enchufados e intensísimos, y esa será su gran baza y argumento a favor para imponerse en el día de hoy. Por el contrario, el estado de forma de los vascos deja mucho que desear, pero tienen tan asimilados los conceptos que han venido desarrollando durante todo el año, que siguen siendo un equipo brutalmente competitivo e incómodo.
Sólo espero que la dinámica que adquiera la final sea de un fútbol rápido, vivo y atractivo. Que se juegue de área a área sin remordimientos ni temores a perder. Porque la verdad es que la temporada de ambos equipos invita a pensar en un auténtico partidazo. De poder a poder. Del poder de los rebeldes, de Europa y de España. Capaces de ser finalistas europeos y estar a más de 40 puntos en liga de quiénes no lo consiguieron.

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