26 de noviembre de 2012

DON ÁLVARO RUBIO

Jugador talentoso, sutil, toque de seda y visión periférica. Pero futbolista tardío. Llanero solitario, en un mundo de músculo y ladrillo, en sus inicios; y penitente, hasta la fecha, de ser un  tipo perfectamente normal en una profesión que premia la estridencia. Álvaro Rubio, portador del número 18 blanquivioleta desde la temporada 2006, no se hace llamar ‘AR18’, ni actualiza su tablón de facebook con fotos de sus tatoos, tampoco detalla sus estados de ánimos por twitter, habla poco en los micros, y mucho en el campo. Y eso no vende.
Si me aventurase a pensar en su día a día, me imagino a un tipo de vida ordenada y familiar. Gran profesional; sabedor de que su longevidad futbolística se estira como un chicle en cada detalle diario. Esa atención minuciosa y amor por su profesión le siguen haciendo crecer aún a sus 33 largos años, con la inteligencia de quién sabe seleccionar las mejores enseñanzas.
En los dos últimos años acude a clase de un profesor llamado Miroslav Djukic; se tratan asignaturas divertidas, de manejo y posesiones largas de balón; y de compromiso con el equipo como pilar fundamental en el que sustentar el curso –la temporada-. El riojano es el primero de la clase. La prolongación del técnico en el campo. El líder natural del grupo.
Pero a pesar de los pesares, y de su intachable rendimiento en cada trimestre escolar, Álvaro Rubio no escapa de los vetustos y mezquinos clichés que inundan nuestro fútbol; como la idea de que enviar un balón hacia atrás es un atraso –valga la redundancia-. Cuando yo creo que el atraso para la inteligencia son todos aquellos que ayer, como cada domingo, pitaron los pases sin riesgo del ‘18’ pucelano con el sólido de argumento de “paaa alaaaante Alvaro paaaa laaaante”, o el “este chico sólo sabe jugar pa’ atrás”. En esos momentos de murmullo y ruido ambiente, suelo mirar a Djukic y su reconfortante aplauso, y sólo se me ocurre exclamar: DON ÁLVARO RUBIO. Él, sigue jugando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario